lunes, 29 de diciembre de 2014

Hablémoslo

Ser ansiosa apesta. Ser depresiva apesta. Y cuando lo uno me lleva a lo otro soy un desastre que no sirve para un carajo. El resultado puede ser lo que les contaba en mi post anterior.

La ansiedad es de todos los días, unos más pesados que otros, pero por lo general manejable, si acaso me acelero un poco y ya. No siempre requiero medicación pero ya aprendí a reconocer cuando sí la necesito y a asumirlo sin tanta vergüenza ni sentirme como un fracaso de ser humano por necesitar químicos que me equilibren la cabeza.

¿Qué significa sufrir de ansiedad? Se los explico sencillito: imagínense ir caminando solos por la selva y de repente tener un león de frente, con cara de hambre, colmillos pelados. Su cuerpo entra en estado de alerta: se les acelera el corazón, se les oprime el pecho, les cuesta respirar, están aterrados. Físicamente aterrados. Paralizados. No saben para dónde agarrar. Ahora imagínense que el león no existe, que en realidad sólo enfrentaron un pequeño (o gran) estrés emocional: cualquier cosa desde el mal modo de alguien, el correo de un ex o la noticia de que alguien murió. Pero su reacción física es exactamente la misma a la del león con el colmillo pelado.

Mi cuerpo dice: mae, te vas a morir. Mi cabeza dice: ¿mae, qué putas te pasa? no es nada, relajate.

Y me siento como una imbécil por no poder controlar mis emociones y mantenerlas de un tamaño proporcional y razonable con la realidad.

Yo funciono normalmente el 99% del tiempo, con o sin medicación. Sé anticipar casi todos los detonantes de un pico de ansiedad y logro esquivarlo con éxito, pero no siempre y no todos. En ocasiones me ataca por el punto ciego y me toca hacer control de daños después. Cuando tengo un episodio de ansiedad mi percepción se ve afectada y le da por interpretar todo de la forma en que peor me hace sentir y la cabeza me termina dando vueltas. Entonces me toca decirme que lo que estoy pensando y sintiendo no es real y rechazo lo irracional, pero la sensación ahí queda.

Eso significa que interactuar con gente puede no resultar bien. A veces y, obviamente sin querer, le digo alguna estupidez a alguien. Casi siempre logro contener el desastre dentro de mi cabeza sin hacerle daño a nadie. Y las menos veces, busco apoyo en alguien que no sabe lidiar conmigo y huye, esas son las ocasiones que me siento particularmente herida y sola. Y no los culpo, no es fácil.

Tengo mis trucos, todos los tenemos. Descubrí que cuando estoy pasando un mal rato el aislamiento es mi primera opción, no lidiar con testigos me hace más sencillo concentrarme en lidiar conmigo misma. Lo que también significa que la gente en mi círculo cercano tiene que ser empática y con un mínimo de inteligencia emocional, soy muy exigente con mi red de apoyo.

Yo no necesito que me resuelvan, no necesito que me solucionen la vida o encuentren una solución a lo que me está causando la crisis o episodio. Para eso voy a terapia y me medico cuando hace falta, yo ya me estoy encargando de mí misma, gracias.

Lo único que necesito es que me hagan compañía o me escuchen o me validen, incluso hasta que me invaliden los razonamientos absurdos cuando los estoy teniendo. Se vale decirme: mae, no estás pensando claramente. Eso lo aprecio. Pero sobre todo, ténganme paciencia. Y si no está en ustedes, pos no estén. También se vale.

El manejar cada uno de esos episodios requiere de una cantidad significativa de mi energía y quedo con goma emocional por un par de días. Si tengo detonantes con suficiente frecuencia, como el haber estado desempleada varios meses, haber tenido un par de pleitos familiares significativos, junto con una relación emocionalmente desgastante, haber enfrentado la enfermedad y muerte de mi papá y rematar dándome cuenta de que me habían estado dando vuelta mientras todo eso pasaba, pues no hay truco que me sirva y me deprimo.

Y no quiero salir de la cama, y no quiero lidiar con nadie, ni conmigo, ni con el mundo y me encuevo. Y no quiero estar más y me paralizo. Y sé que es temporal pero esa nube negra me llena hasta la última célula. Y me repito que es temporal y que un día me voy a sentir mejor, que sólo tengo que sobrevivirlo. Es temporal. Entonces busco ayuda.

Y un día, en efecto, me siento mejor.

Salgo adelante, siempre lo hago. Tuve un mal año, no, tuve una mierda de año, después de haber tenido un año chivísima. Y ahora pareciera que empieza otro ciclo mejor: una gatica que me adoptó, brete nuevo chiva, libre de rollos emocionales ajenos, libre de tener que gravitar alrededor de las manipulaciones emocionales de otros. Libre de terrorismo emocional. Libre.

Estoy viva. Esto es estar viva. Drama, estrés emocional, riesgos, apostarlo todo por alguien, apostarlo todo por una misma, confiar en quien no se debe, confiar en quien sí, tomar buenas y malas decisiones, aprender, tener miedo, tener un par de razones para pasar un día entero en cama, tener mil razones para salir de ella. Malos días, buenos días, días bleh, ratitos de felicidad extrema, ratos de melancolía.

Tengo un desequilibrio químico que me complica un toque el existir. A veces me toca comerme la bronca sin ayuda, a veces tengo gente increíble cerca: hermanos y amigos salvavidas. No soy la única, no estoy sola y no es lo único que soy. Soy muchas más cosas que mi ansiedad, soy más que mi depresión, soy mucho más de lo bien o mal que me siento un día, un mes o un año.

Les cuento todo esto porque, aunque siempre he leído mucho al respecto, por lo genera está en inglés y es sobre experiencias en otros países con otro tipo de ambientes y acercamientos a los trastornos mentales o de personalidad, pero en estos días me he topado un par de textos locales: La enfermedad en nosotros y La situación no cambia, usted sí. Un par de ticas jóvenes y valientas compartiendo su experiencia y abriendo la puerta a hablar de lo que nadie habla y les quise hacer tercera.

Ésta es mi experiencia con la ansiedad.

Creo que necesitamos hablar de esto, perder la vergüenza, los juicios y dejarnos de pendejadas. Hablémoslo. Aprendamos a lidiar con nosotros y con los demás. Nosotros, los que no vemos ni sentimos las cosas igual. Los demás que tienen sus propias chocheras.

Hablémoslo, sólo así nos entendemos.

m.


3 comentarios:

  1. Yo te entiendo, no como quien lo dice a modo empático, literalmente te entiendo. Tuve mi bajón, me llevé mi güamazo, me vi en un hueco resbaloso y juré que ahí había quedado para siempre. Pero una mierda de año no es capaz de dominar una vida tan terriblemente chiva. Eso es lo que nos hace fuertes y tenaces. Equipo Durán, a flote. Feliz 2015, una de cal y una de arena, hermanita.

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  2. Solo quiero decir que yo también he sentido lo mismo (no en un buen rayo, por dicha, pero conozco el sentido). Mee parece que sos muy valiente por decir todo eso, y muy ayudante por haberlo descrito en tanto detalle..ayudante ambos para otros y para vos mismo.

    Te amo mucho, y que el próximo puta año sea MUCHO mejor!

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  3. ...Y a final de cuentas lo importante es aprender a ser fuerte como las palmeras que se doblan precisamente para sobrevivir las tormentas (esperadas e inesperadas).
    ¡Feliz Año 2015! Viene nuevecito y huele a útiles nuevos...
    Mi hermanita un "Palo e' Mujer" (como ya lo he dicho).
    xoxoxo

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