jueves, 23 de mayo de 2013

Conversaciones VII

Y bueno, a veces estas conversaciones sí suceden y no me las invento en mi cabeza. Átevos.

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–Sí. En realidad es lindo ver para atrás y darse cuenta que una persona a la que uno quiso mucho (de un modo) y a la que uno sigue queriendo (de  otro modo) es feliz.
–Sip.
–De hecho algunas veces he tenido cierto problema con las mamillas recientes por esa mamilla, pero es que hay que entender que fue una relación de hace muchos años y que ahora somos muy buenos amigos. Imagino que lo ves similar.
–Mae, las relaciones pasadas son parte de lo que uno fue y de lo que uno es. Nunca he entendido el ride de emperrarse con que uno debería de sacarlos por completo de la vida e ignorar que vivió varas con ellos. Yo soy fiel creyente de que cada persona que uno conoce lo afecta a uno de alguna forma, algo te deja, aunque sea un punto de vista con el que no estás de acuerdo, pero por lo menos ahora sabés que existe. Cada interacción deja algo, uno no es la misma persona que era antes de conocer a alguien y si lo sos ¡qué desperdicio de tiempo y de lección!
–Claro.
–Las relaciones anteriores ya no son por alguna razón, aunque esa razón sea que lo dejaron de querer a uno, pero ya no son y pretender que uno los guarde en una cajita y no los vuelva a siquiera pensar nunca es una estupidez. Mi ex se paraba de uñas con mi mejor amigo porque fue mi primer novio serio del cole, mi primer polvo y el mae con el que aprendí a tener sentido de pareja y hasta la fecha es mi persona favorita en el mundo. Jalamos dos años y después uno (¡en el 2000!) y nos fue bien mal ese último intento y nunca más. Pero seguimos siendo amigos y ha sido la mejor influencia que he tenido en la vida, me apoyó durante varas fuertes y yo sé que hay cosas en mí que son así únicamente porque él estuvo en mi vida. Y este mae parado de uñas. Yo tratando de explicarle que si ha sido algo positivo para mí, él debería de estar feliz de que yo tenga a alguien tan chiva y tan significativo en mi vida. Ah no, no les da para pensar en eso, sólo piensan en que uno cogió con alguien y se vuelve amenaza eterna.
–Por lo general (luego de un rato de luto, y salvo excepciones) termino siendo buen amigo de mis ex parejas. Creo que es por el montón de cultura pop latinoamericana que absorbemos (desde la música plancha y sus letras cortavenas, hasta las telenovelas mexicanas, colombianas y venezolanas), de la que uno aprende que ser rencoroso es una manifestación particular del amor.
–Qué cansado con esas marcas culturales. Yo soy igual, después de pasado el luto y eso, cuando lo que queda es el sentimiento de qué chiva este mae, me gusta ser compa de ellos, y por lo general algo chiva tienen o uno nunca se habría fijado en ellos. Yo a mi ex le llevé el peor ride del mundo mucho tiempo porque fue un completo malparido conmigo. Pero ya perdonado, superado el rencor y el dolor, cuando ya no queda nada del mal ride (que de por sí es mejor soltarlo por uno mismo), mirá, hasta me cae bien el mae, podría hablarle de vez en cuando y contarle cómo va mi vida, que me cuente la suya, y eso no debería de ser asunto de nadie más, ni siquiera de una pareja nueva. O sea, ese proceso de sanar un ex, perdonarlo y volver a quererlo en la vida de uno (de otra manera). Es una vara tan privada, uno no debería de tener que explicarle un carajo a nadie. 
–De hecho. A mí los desplantes y berrinches me los han hecho chicas ticas. Con las europeas nunca he tenido ese tipo de problemas. Creo que los latinoamericanos tenemos una manera muy particular de vivir la pasión. Porque, he de reconocer que, un par de veces cedí ante la estupidez y tuve mis momentos güeisos de celos y tal.
–Te creo. Mae, jueputa inseguridad. Porque de eso se trata. Los celos son meras inseguridades, una persona se siente amenazada cuando no sabe quién es para su pareja. Pero después de saberlo nadie debería de robarle la paz a uno. Las tres relaciones significativas que he tenido han sido así, alguna vez llegaron a un punto en que me pelaba a cuál chavala conocían o con quién salían que yo sabía quién era yo para ellos. Eso no quita que el último me diera vuelta, pero eso es parte de quién es él, no de quién soy yo. Y no hay nada que yo pueda hacer para evitar que alguien me de vuelta. Eso es lo que la gente no entiende, que por más controlado que tenga uno a alguien va a encontrar la forma y el momento, si eso es lo que decidió hacer. Entonces sólo queda confiar y dejar que los maes decidan qué tipo de persona son y ya.
–Así es... no queda de otra...
–Di sí.

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–¿Qué es lo que más te gusta de él?
–Los ojos.
–¿Por qué? ¿Qué tienen?
–Soy un puto cliché. Los ojos siempre me enamoran, me desbaratan. Los tiene cafés, pero te juro que es un café que nunca había visto. La primera vez que nos vimos solos, fuimos por un helado y él tenía el sol de frente. Me tenía estúpida, hasta le perdí el hilo a la conversación un par de veces. Sus putos ojos y todo lo que tienen dentro.
–¿Y lo que menos te gusta?
–Creo que me tiene miedo.


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m.


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