jueves, 23 de mayo de 2013

Conversaciones VII

Y bueno, a veces estas conversaciones sí suceden y no me las invento en mi cabeza. Átevos.

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–Sí. En realidad es lindo ver para atrás y darse cuenta que una persona a la que uno quiso mucho (de un modo) y a la que uno sigue queriendo (de  otro modo) es feliz.
–Sip.
–De hecho algunas veces he tenido cierto problema con las mamillas recientes por esa mamilla, pero es que hay que entender que fue una relación de hace muchos años y que ahora somos muy buenos amigos. Imagino que lo ves similar.
–Mae, las relaciones pasadas son parte de lo que uno fue y de lo que uno es. Nunca he entendido el ride de emperrarse con que uno debería de sacarlos por completo de la vida e ignorar que vivió varas con ellos. Yo soy fiel creyente de que cada persona que uno conoce lo afecta a uno de alguna forma, algo te deja, aunque sea un punto de vista con el que no estás de acuerdo, pero por lo menos ahora sabés que existe. Cada interacción deja algo, uno no es la misma persona que era antes de conocer a alguien y si lo sos ¡qué desperdicio de tiempo y de lección!

viernes, 17 de mayo de 2013

Conversaciones VI

Estas pasaron así. Creo.

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-Mae, no sé, es una cuestión de relevancia o algo así.
-Pero ¿cómo relevancia?
-Di, últimamente no sé por qué lo pienso en estos términos, y te juro que no es a propósito, pero cuando me acerco mucho a alguien, independientemente de cuál es el ride, no puedo evitar preguntarme: si a esta persona le pasa algo ¿alguien se molestaría en avisarme?
-Mae...
-Yo sé cómo suena y no es fatalismo, a cualquiera le pasa algo en cualquier momento. Lo que digo es que cuando vos tenés un compa que es parte de un grupo de amigos y a ese compa le pasa algo como un accidente o algo, vos te enterás de alguna forma, un compa del mismo círculo te cuenta ¿verdad?

lunes, 6 de mayo de 2013

Arreglando el mundo, la experiencia de una tibia

Quiero arreglar el mundo. Desde que me acuerdo siempre he querido hacer algo significativo que resuelva parte de lo que está mal en el planeta. Más grande -y realista- decidí que con dejar rodando la pelotita que pueda eventualmente generar un cambio me doy por satisfecha.

Yo crecí con las historias de mi abuelo, Jorge Ribas Montes, el revolucionario. Él fue Comandante de la Legión Caribe, que estuvo involucrada en muchas revueltas Centroamericanas en los '40s alzándose contra dictadores y a favor de muy necesarias revoluciones. En la guerra civil del '48 pasó por Costa Rica y conoció a mi abuela, se casaron y se la llevó a dar vueltas -más bien tumbos- por Guatemala y Honduras mientras él trataba de arreglar su mundo. Mi mamá nació en Guatemala y después se devolvieron a Tiquicia. Acá las dejó mientras se iba a luchar contra Somoza y cayó preso como uno de los héroes de abril del '54. Mi tío nació a los pocos meses de eso, mientras mi abuelo pasaba sus días en las famosas cárceles de la dictadura nicaragüense, compartiendo celda con Pedro Joaquín Chamorro y otra serie de ilustres opositores.

Ese mundo que mi abuelo quería cambiar se transformó en el que hoy conocemos. Muy diferente pero igual de descarrilado.