sábado, 27 de abril de 2013

Conversaciones V

No todo lo que escribo es verdad. No todo lo que leés es mentira. A veces sí pasa así, pero a veces te lo inventás vos. Y a veces nada más así debió haber pasado.

∙∙∙∙∙

-Vos me gustás.
-¿Sí?
-Sí. Me gustás. La paso bonito con vos. Me gusta hablarte.
-A mí también. Se la pasa sabroso.
-¿Y ahora?
-Ahora nos seguimos conociendo. Hay mucho que no sé de vos, quiero disfrutarte. Pero yo no soy de medias tintas, estamos o no estamos.
-Di, por mí estamos.
-Estamos, entonces.
-¿Y después?
-Después seguimos estando y después resolvemos después.

Alajuela, adoptado por una josefina

Yo he vivido en tres de las siete provincias de Costa Rica. Nací y crecí en Chepe, pero entre el 2002 y el 2003 viví en Heredia por un año y hace casi cuatro me vine para Alajuela. 

No fue a propósito, realmente. Me vine por la conveniencia con el trabajo y me quedé porque me enamoré de la ciudad. Yo no esperaba que me gustara tanto Alajuela, tengo que confesarlo. Nunca había venido y lo que conocía era un par de calles o la entrada, como la mayoría de los josefinos sólo vine para acá de pasada y me quejé del calor y de lo lejos que queda con la misma arrogancia con que ahora me toca escuchar a mis exvecinos basureando mi nuevo hogar.

Sí si si, Alajuela es caliente, sí, supérenlo. Chepe es demasiado frío y Cartago es impensable, temperatura refri. Heredia tal vez tiene el mejor clima, pero con esas presas y esos alquileres, olvídense. Me quedo con Alajuela, sobre todo yo que soy tan friolenta. Y lo digo sin pena: me ENCANTA el clima alajuelense. Aunque me muera del calor un par de meses al año, no es nada que un abanico no resuelva.

viernes, 26 de abril de 2013

Chau, Otto Gatto

Hay pocas cosas más complicadas de explicar a una persona que no tiene mascotas lo doloroso de perder una.

Yo siempre he sido animalera, de chamaca y adolescente no tenía la menor idea de cómo cuidar una mascota, pero por casa pasaron varias y a todas les tuve mucho cariño. Mi chineado siempre fue Alonso, el salchicha. Por eso cuando decidí que era hora de vivir con un animalito me decidí por otro salchicha y así fue como terminé con Alicia.

Con ella me estrené como dueña y he aprendido montones, por las buenas y las malas. Alicia es mi primogénita, la que tiene más tiempo conmigo y hemos pasado de todo juntas, cuando le salieron canas en la cara la crisis existencial me dio a mí.

Otto Gatto vino después de que Oliver, el gato que mi ex y yo adoptamos juntos, se nos perdiera. Oliver era un muy buen gato negro de ojos amarillos y lo lloramos por varios meses. Yo tardé mas o menos un año en sentir que podía tener a otro gato de nuevo. De ahí el nombre.

Alicia y Otto Gatto son mi familia.

sábado, 20 de abril de 2013

Lo de esta semana

Me estoy dejando de pendejadas, los potenciales no sirven para un carajo si no llegan a acciones.

Oír música en la oficina y no cantar es un desperdicio de música. De por sí no le estorbo a nadie, todos están metidos en sus reuniones y reportes.

Y hay momentos en que tooooodas las putas canciones de la radio son de amor. Aunque no lo sean, lo son. No decido si eso es bueno o malo.

El otro día pensé que si mi material fenotípico se pudiera leer como los ingredientes del alimento de Alicia, sería algo como: tica, chapina, catracha, alemana, española. Sabor y color naturales. Castaño 537 como único preservante.

La vida se puede vivir por fragmentos. ¿Eso tiene sentido? Tiene sentido.

lunes, 8 de abril de 2013

Nada es seguro y La vida es una

Hace días le ando dando vueltas a una de esas cosas que uno descubre sin querer en una conversación sobre cualquier otra cosa: soy feliz.

No sé si uds entenderán lo complicado de 1. aceptarlo y 2. sentirlo genuinamente.

Después de pasar mis veintes tratando de resolver mi infancia y parte de mis treintas lamentándome por haber desperdiciado tanto tiempo lamentándome, me concentré en mi futuro.

Yo siempre he sido una desvelada por el qué viene. Nunca ha sido suficiente ir un paso adelante, necesito ver el que sigue después de ese y tener claro para dónde voy y cómo llegarle, aunque luego cambie el rumbo. Aprendí a ser flexible con los planes, pero siempre tuve uno.

De repente, tres eventos en menos de seis meses se trajeron todo al suelo y un día no supe quién soy ni qué estoy haciendo. Tocó reconstruir, reinventar, remodelar y de paso recortar un par de cosas.