domingo, 25 de marzo de 2012

FIA 2012

Estaba tirada en el zacate con mi amigo Mario, viendo una película noruega -la del miércoles-. Desde esa colinita se veía parte de la feria: el Mercado Centroamericano de la Música, la Feria Verde y un toque más allá la Feria del Diseño. No se ve más pero sí se oye medio mudo el concierto en la Tarima Fidel Gamboa y la Tarima Kölbi. En un mundo mejor, se llama la película y ganó justificadamente el Oscar a mejor película extranjera en el 2010.

lunes, 19 de marzo de 2012

Me molesta

Me molesta cuando la gente habla de que cuando tuvieron hijos le encontraron sentido a su vida. Y la gente toda todita se identifica con un claaaaaro, como si fuera una verdad absoluta y universal en la vida. Me levanta roncha porque entonces ¿si no tengo hijos no le he encontrado sentido a mi vida? ¿El sentido que tiene ahorita es mantequilla? Como cuando las mujeres iban a la U a estudiar mientras encontraban marido, un sentido de a-mientras-tanto. Como el cuento de que una pareja sin hijos no es familia. Una treintona sin marido ni hijos no es objeto de lástima, vayan a ver a quién inflan.

Sí, quiero hijos. No, no sé cuando. Ahora vayan crien a los suyos que se están haciendo unos malcriaditos sin tolerancia a la frustración mientras me juzgan por no haberme puesto las pilas y no tener por lo menos un par de hijos a mis treintaitrés.

Argh. Detesto el blanco de mi cuarto.

lunes, 5 de marzo de 2012

El mar y yo

Antes del 2010 sólo me acuerdo de un viaje a la playa con mi familia cuando era chamaca, al rato fuimos más veces pero no tengo recuerdos de eso. 

Para ese paseo en particular mis papás todavía estaban casados y nos fuimos con la familia de mi papá a Cahuita. Se suponía que nos íbamos a quedar en la casa de algún conocido de alguien -van a disculpar la falta de detalles, yo tenía menos de diez años-, pero cuando llegamos al lugar resultó que estaba desmoronándose y convirtiéndose uno con la jungla -familia de murciélagos incluida-, la imagen de mi abuela sentándose en una de las camas y yéndose de espaldas contra el suelo ha sido la carcajada en reuniones familiares por años.

Terminamos haciendo una peregrinación buscando donde quedarnos todo ese gentío y por suerte encontramos unas cabinas en la mera mera playa, me acuerdo de la fuerza de las olas reventándonos a los poquitos metros y que nunca lo he sentido igual.