domingo, 17 de abril de 2011

Ve vos

Entonces esto es superar un quiebre sin hacer trampa, ve vos...

Bueno, he hecho un esfuerzo por no escribir más sobre el tema y he evitado hablar directamente del asunto desde mi post Hace cuatro años, y cómo he batallado ese impulso por llamar a cada cosa por su nombre. Pero me cansé de batallarlo, cuando escribía sobre Luis en positivo usaba su nombre, antes escribía libremente sobre mis sentimientos ¿Por qué no voy a poder hacerlo ahora? Siempre escribí directa y abiertamente sobre lo que me pasaba ¿Por qué iba a cambiar ahora? Pues no.

Luis se portó inmensamente mal conmigo. Inmensamente no es la palabra, pero después de cinco minutos mirando fijamente mi monitor tratando de encontrar la palabra para describir lo enormemente mal que actuó pos no encontré otra y por el momento tendré que conformarme con esa, inmensamente.


Ahora viendo para atrás y analizando la relación me doy cuenta de que me engañó desde el primer día que me habló de amor. No porque no lo sintiera ni porque no fuera sincero con sus sentimientos, si no porque en realidad él no tenía lo que necesitaba para amarme como decía. Porque cuando él empezó a hablar de amor para siempre y de futuro, de estar listo para el resto de nuestras vidas, familia, compromisos, realmente no estaba listo para un carajo. No importa cuántas veces le pregunté y me aseguró y re-juró que estaba listo para todo y que quería todo conmigo, él solito se cuenteó y me llevó entre las patas con su enredo.

Qué difícil no ser engañado por alguien que se engaña a sí mismo, esas son las mentiras más difíciles de pescar, cuando se mienten ellos solitos y por extensión a los demás.

Luis se quiso venir a vivir conmigo casi que al par de meses de que empezamos nuestra relación, él empezó a hablar de amor eterno y de compromiso, que éramos familia, de nuestro nidito y de nuestras cosas en general. Se apresuró porque quería salir corriendo de su vida y porque su fascinación por mí le pareció amor eterno. Y yo ¿Cómo no le iba a creer? Si el güila me estaba hablando en términos que para mí tenían sentido y no tenía ni media razón para no creerle. Sí, si, tal vez debí de preguntarme de qué estaba huyendo y a lo mejor me habría ahorrado unos años de su manipulación emocional.

Él no estaba listo para una relación emocionalmente madura, no tenía la menor idea de lo que se necesita para que un para siempre funcione, porque qué fácil soñar con eso y qué bonito suena el para siempre, pero ese para siempre necesita de muchas cosas en el ahora para convertirse en un para siempre. Empezando por honestidad y valentía. Algo tan básico y sencillo como poder hablar de frente y desde el corazón con la persona a la que le estás jurando que la vas a amar para siempre. Se metió a jugar de casita y la casita le quedó grande.

Cometí mis errores, no soy perfecta ni pretendo librarme de mis culpas, si tan sólo supiera cuáles fueron les haría la lista y las reconocería con un mea culpa. Los dos estábamos en esa relación, pero pareciera que sólo yo era clara y sincera con mis sentimientos y mi felicidad, sólo yo ofrecí algo que estaba en capacidad para dar, y hasta la fecha me quedé sin saber las razones reales de qué lo hicieron desenamorarse de mí o qué fue lo que lo desmotivó a seguir con la relación. Tengo mis sospechas, pero después de tres años y medio uno pensaría que se merece más que sospechas. Igual ya no quiero saber, no lo necesito y ya seguí con mi vida sin saberlo. Allá él que se quedó con todo eso guardado, ahora que vea dónde lo pone.

Yo me entregué a esa relación, pero lo hice muy diferente de como lo he hecho antes, porque ese era el hombre de mi vida -o al menos eso me juró- y le puse un empeño diferente, confié en que lo que estábamos construyendo era un futuro juntos y dejé que tomáramos decisiones basadas en eso. Los sacrificios que hicimos eran una inversión y a la larga nos iba a hacer una pareja más fuerte. O eso me hizo creer él, tantas cosas a las que renuncié confiando en la seguridad que él me ofrecía. Ay, lo lelas que podemos ser cuando nos enamoramos.

Luis me mintió por meses y meses, esas chichas y malos humores, todas las veces que le pregunté si eran conmigo y me aseguró que era el brete, que estaba bajo mucha presión, todas esas veces me cuenteó. Todas las veces que hablamos de lo felices que éramos, de nuestra relación, que vivíamos un matrimonio aunque no tuviéramos el papel, cuando soñamos con hijos e hicimos números para una prima mientras veíamos casas una semana antes de separarnos, cuando hablamos de boda y los planes de ese para siempre. Incluso le mintió a mi mamá cuando le juró que sí se quería casar conmigo -ay mi mamita que es como bruja-, ella le preguntó un día de la nada: Luchito, entonces ¿vos de verdad te vas a casar con mi hija? La vio a los ojos y la cuenteó a ella también.

Yo no tenía por qué no creerle, no tenía por qué sospechar que lo que me decía era mentira. Nadie tenía por qué sospechar que no era sincero. Yo soy muy bueno disimulando, me dijo el descarado una de las veces que hablamos durante la separación. No, si en la primera de esas conversaciones también me dijo que claro que me amaba, que lo que sentía por mí era enorme y estaba seguro de que era la mujer de su vida, que era la novia, esposa y mamá perfecta para sus hijos, que tenía mucho miedo de perderme para siempre por sus pendejadas. De ahí salió el post Hace cuatro años, de la última mentira que me dijo cuatro días después de que empacó y se fue de la casa.

Eso no se hace, lo que Luis me hizo a mí no se le hace a nadie, menos a alguien con quien compartiste tres años y medio de tu vida, que creyó en vos y te dio la fuerza para superar tus miedos, quien sacó paciencia de donde no había para lidiar con tu incapacidad de comunicarte y para lidiar con tu dinámica familiar. Uno no dice estar agradecido por todo lo que alguien hizo por uno y le paga engañándola incluso a la hora de terminar la relación. Uno no usa y abusa de la gente así.

Ni eso pudo hacer con claridad. Primero se separó haciéndome creer que su crisis era personal y que no tenía que ver conmigo, y con eso me sacó que durante un mes lo apoyara hasta en esa dizque crisis de él y le diera fuerzas para enfrentar sus asuntos sin resolver. Luego en la semana de Navidad por fin decidió ser medio sincero conmigo y por primera vez me soltó que hace meses no me amaba y que no me había podido decir por lo agradecido que estaba conmigo y porque él sabía que me debía tanto. ¿Qué? ¿Qué es esa forma tan sin sentido de agradecerme? Argh.

Luis no me mintió por tener un mal corazón o porque es mala persona, lo hizo porque no sabe cómo hacer las cosas diferente, así se lo hizo a su ex, así me lo hizo a mí y muy probablemente así se lo va a hacer a su actual novia, la pobre. Simplemente no tiene lo necesario para ser honesto y es más fácil sonreír y hacer creer que todo está bien para después hacerse la pobre víctima que no sabía cómo decirme la verdad por miedo a que alguien se enojara con él. Entonces también perdí mi derecho a enojarme con él para evitar que dejara de ser sincero conmigo. Para lo que me sirvió. Le di mil oportunidades para decirme la verdad, le pregunté de mil formas diferentes si le pasaba algo conmigo, todas las veces me miró de frente y me juró que no era conmigo. Y yo seguí por la vida creyendo que todo estaba bien en mi relación y planeando una boda.

Bueno, entonces por fin se medio amarró los pantalones y me terminó en la semana de navidad, o sea, qué estilito para lucirse. Pero lo mejor de todo es que me jura que no tiene nada que ver con alguien más, que no se trata de eso y al par de meses ya está publicando su nueva relación. ¿Qué? Bueno, saquen conclusiones ustedes que a mí me da pereza escribir sobre eso. Sólo puedo decir que qué tan de mal gusto hacer pública su relación a los días de lo que habría sido nuestra boda, pero muy consistente con su falta de consideración conmigo. Y quién sabe qué cuento le está vendiendo a la pobre chavala, porque Luis es buenísimo empezando relaciones y enamorándolo a uno, pero no tiene ni media habilidad para mantener y terminar una relación.

Todo eso, señoras y señores, deja en claro la relación que Luis vivió conmigo y lo que valía para él. Que pareciera ser una muy diferente de la que yo viví con él y de la que me hizo creer que teníamos.

Y no me arrepiento de cómo hice las cosas, no me pesa haber dado lo que le di y haber creído en él, tengo la conciencia tranquila de que hice mi mejor esfuerzo y sólo habría podido ser una mejor novia si el imbécil hubiera sido sincero conmigo y me hubiera explicado qué diantres le pasaba conmigo. Yo tuve la relación correcta con la persona equivocada, no es mi culpa que él no tenga con qué devolver lo que recibe. Qué pereza con los que prometen más allá de su capacidad.

¿Qué ha pasado desde eso? Mucho, empezando porque aprendí a superar un quiebre sin saltar a otra relación y enfrentar el duelo como toca, como los machos: de frente y sin arrugar la cara. No fue fácil, el daño que Luis me hizo es de los peores que hay, es de esos que se le meten a uno hasta el hueso y le cambian la perspectiva, nunca nadie me jodió de la forma en que él lo hizo y es culpa de él que ahora no confié en nadie ni aunque me paguen. También es culpa de él que no lo quiera de vuelta en mi vida y tenga la peor opinión de él, que haya pasado de ser lo mejor que me había pasado al peor pendejito con el que me he topado.

Sí, lo detesto y no creo que lo deje de hacer. Eventualmente entierro ese deteste junto con el resto de mis sentimientos por él, pero no porque él se lo merezca si no porque yo me merezco seguir adelante con mi vida y el hígado en paz.

Ya no lo extraño, sobre todo porque no tengo ni medio buen recuerdo de nosotros, él se encargó de echarme a perder todos, digo, ¿De dónde voy a sacar buenos recuerdos con alguien que es capaz de fingir amor? ¿Dónde empezaron las mentiras? Ay no, qué cansado pensar en eso. Nada más no lo extraño y por mí se puede podrir en su enredo de vida y su discapacidad emocional.

Lo único que le podría agradecer -maomenos- es el que me haya liberado de él, que me devolviera a una vida en la que él no existe y no es nada. La verdad es que sí me hizo un favor. Uno no se da cuenta del montón de estupideces que aguanta innecesariamente hasta que no lo tiene que hacer más y es como poder respirar otra vez, ya no tengo que cuidar mi tono para que no se me resienta, no tengo que aguantar su ride pasivo-agresivo de nena en el que tenía que preguntarle ¿te pasa algo, mi amor? todo el tiempo y no tengo que buscar palabras sencillitas con qué explicar algo para que me entendiera -alguien que le regale un diccionario, por Dios-. A veces no entiendo cómo viví así y no me di cuenta de lo agotador que era, en serio que el amor le da paciencia extra a uno.

¿Por qué escribo sobre esto ahora? Porque no quiero que se queden con la idea de que todavía lo lloro o que cada vez que posteo una canción de amor o triste se trata de él. Pfffft, no. Hace rato que nada en mi vida es sobre él -excepto para expresar mi deteste hacia él, jeje-. Hace rato que dejé de pensar en él todos los días y dejé de verlo con los ojos de engañada con que lo vi por tres años y medio. Les cuento todo esto en el post que probablemente va a ser el más largo ever porque les debo el closure que yo conseguí.

Y de vez en cuando puede que alguien me lo recuerde y yo necesite soltar un i-m-b-é-c-i-l pero no se preocupen, es lo normal. Y es que ese mae no se merecía mi amor, no se merece ni media consideración mía y no es ni remotamente la persona que me hizo creer que es. Luis es de esos maes que tienen más suerte de la que se merecen y después se la creen, nadie me tiene reconstruyéndole el amor propio. Qué asco cuando lo usan a uno.

Yo puedo decir que lo dejé mejor de lo que lo encontré. Él definitivamente no puede decir lo mismo. Pero por más que me hizo daño y por más dolor que me causó, logré seguir respirando y reconstruirme a mí misma y a mi vida, por un tiempo la vi fea pero acá estoy, seguí adelante por esfuerzo propio y ahora mejor que nunca sé que no necesito a un pelele al lado para sentir que valgo la pena, no tuve que salir corriendo a alguien más para sentir que estoy bien y tengo la razón. Salí de esta más fuerte que antes y todo lo que logré lo hice por mí misma. Yo puedo decir que soy un buen partido y que tengo mucho qué ofrecer, que soy una persona bastante completa, y de nuevo, es más de lo que él puede decir de sí mismo.

Gracias a él ya sé que no basta con decir cosas bonitas y prometer todo lo que siempre soñaste, también hay que saber respaldar esas palabras con acciones si no tu palabra no vale un cinco. Hay que saber decir lo malo también y echar pa'lante con las cosas que nos dan miedo. Si no, vos como pareja no valés un cinco.

Mi quiebre con él ya no me define, me cambió y me hizo más realista con la forma en que veo a los demás pero no me define. No le deseo nada malo ni felicidad, no le deseo nada, ya él solito, el universo, Dios, el Karma o quien sea se encargará de poner todo en orden. Que se joda.

No más chiquitos emocionalmente inmaduros que salen corriendo a las faldas de sus mamitas cuando la cosa se pone difícil y que no saben lo que quieren de la vida, no más güilitas que no saben que las promesas se cumplen, no más inutilitos que viven llenos de mieditos y buscan en mí una mamá que los haga más fuertes pero no los regañe. No. Cómo me habría gustado no tener que desperdiciar tanto tiempo y energía en aprender esa lección.

Pero ya la aprendí y ese capítulo se cerró.

'nas noches,

m.

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