jueves, 28 de octubre de 2010

Esa maldita nostalgia

Esa maldita nostalgia y esa maldita maña de vivir en el pasado. Puedo sentarme a hablar horas de horas de horas del pasado, de mi infancia, de mi familia, de mis amigos, de la escuela y los recuerdos buenos y los confusos. Puedo describirles lo que cada relación en mi vida ha significado para mí, el cambio que generó o el detalle extra que agregó a esta personalidad que desarrollé con tantas experiencias buenas y malas.

Pero es que a veces es tan cansa'o. A veces como que le pesa a uno el corazón de tanto extrañar lo que ya no es, o cuando vemos las relaciones que permanecen pero que dejaron de ser lo que eran y no logramos que vuelvan a ser como en esa época gloriosa en que nos convertimos en una persona significativa para el otro, que éramos un presente y no una nostalgia.

No sé si me explico, tal vez no tenga mucho sentido o tenga todo el sentido del mundo, pero espero que dentro de esta retahíla de madrugada entiendan a qué me refiero. Maldito horario europeo que me puso nostálgica.

Yo he tenido mucha suerte, no puedo negar las malas rachas del siglo pasado pero en realidad a mí la suerte no me abandonó del todo.  Porque tendría que estar completamente loca para no ver las cosas buenas que he recibido. 'uta, la verdad habría que darse con una piedra en el pecho, no importa lo que estuviera llorando hace diez años, yo tengo tanto que agradecer y de todo lo que más agradezco es el tener la visión para poder notar eso que tengo que agradecer.

Pero es precisamente todas esas cosas buenas dentro del caos emocional que ha sido mi vida lo que ahora extraño, lo que me arrastra a la nostalgia y me hace el corazón un puño. No es que no lo apreciara en su momento, yo siempre estuve muy consciente de que tenía cosas buenas, que me rodié de gente de buen corazón, al menos los que están inspirando este post en este momento. Ojalá hubiera tenido un mejor pulso para escoger de quién me rodeaba, pero como que yo siempre fui de las que aprenden a prueba y error, qué vida.

Han existido tres amistades constantes para mí, tres amigos que no pueden ser más diferentes y no tienen punto de comparación entre ellos porque cada uno ha tenido un papel muy especial en momentos particulares. Son mis amigos más antiguos y mis confidentes, ellos me conocen y ellos saben quiénes son. A los tres los conocí en la misma época, de formas diferentes. Me acuerdo perfectamente del momento en que conocí a dos de ellos, ahora que lo pienso no tengo la menor idea de cómo conocí al tercero, voy a tener que preguntarle después de publicar este post.

Uno sabe que tiene un amigo cuando ha dejado que vean lo bueno, lo malo y lo feo y ahí se quedan. Cuando te dejás ser vos mismo cuando ni siquiera estás seguro de quién ese vos mismo sos y ahí se quedan. Los trataste mal y los perdonaste por sus injusticias. Les conocés las mentiras antes de que las digan y sabés exactamente cómo van a reaccionar a lo que sea que les contés. Cuando pensás en ellos lo suficiente como para dejarles tonteritas en el wall de facebook, tonteritas que ellos saben que fueron pensadas para ellos, no esos botones inservibles, ni ovejas, ni cosechas de babosadas. No. Cositas que te recordaron a ellos y querías que lo supieran.

Y me van a perdonar que los meta a los tres en el mismo texto, yo sé que cada uno se merece su propio cuento pero es que esta nostalgia recurrente por lo general vuelve por culpa de uno o de los tres y me tienen cansa'a, así que los meto en el mismo saco, carajo.

¿Qué tienen de especial estos tres en mi vida? ¿Por qué me pesa la nostalgia cuando pienso en ellos? ¿Por qué no hay forma de que volvamos a ser algo menos lejano a lo que éramos? ¿En qué puto momento seguimos adelante con nuestras vidas y nos dejamos de lado? Porque me rehúso a pensar que todo era por oportunidad, que manteníamos el lazo solamente por conveniencia geográfica o laboral. Al final ni me interesa la respuesta de todas esas preguntas, me interesa contarles lo que les cuento.

Sí tengo la respuesta de la primera pregunta, pero me la dejo porque eso de echarlos en el mismo saco tiene sus límites.

Extraño muchas cosas de mi vida de antes, pero lo que más extraño es esa noción que tenía de que todavía quedaban muchos años por delante antes de tener que hacerme una adulta madura y responsable, que todavía me quedaba tiempo para aprender a hacer las cosas mejor, a manejar mejor la plata, a ser más positiva y saludable, para preparar el camino para una familia y para la yo misma que algún día va a querer jubilarse. De repente pasaron todos esos años y me siento como a la que le agarró tarde para terminar el proyecto del semestre y anda en carreras la noche anterior. Y como me pasó muchas veces en el cole y la U siento que por andar en otras ahora me toca desvelarme para terminar a tiempo. Y ahora a correr a ver cómo le llego a lo de madura y responsable.

Ay-yayay, estas prioridades de la adultez...

Extraño a mis amigos, extraño tenerlos en mi vida cotidiana, oírles la voz en vez de leerlos en el chat, contarles los cuentos cuando pasan en vez de en un update añejo, resumido y menos interesante. Y lo más irónico es que todo esto que estoy haciendo ahora, todo eso que de repente me sale bien y me hace feliz y que es precisamente lo que me tiene ocupada es lo que quisiera poder contarles todos los días.

Maldita nostalgia.

'nas noches,
m.




PD. 'nos días, en realidad.

1 comentario:

  1. De q tuviste buen pulso, tuviste buen pulso...pq a mi no me quedó ni uno de los q escogí.
    No se pq pero siempre me identifico mucho con vos, a pesar de los añillos de diferencia.También tengo ese sin sabor y me hace mucha falta poder pasarla bien con verdaderos amigos.

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