Yo no sé de dónde saqué esta afinidad por las mascotas. En mi familia siempre tuvimos el ocasional perrito o gatito y hasta la pobre lora que se comió el gato; podía ser un zaguatito que de alguna forma nos adoptó o el perrito de raza que alguien no quería más y mami aceptaba en la casa, pero sí fueron varios los animales que iban y venían.
Que yo recuerde tuvimos una poodle standard chocolate llamada Cleo a la que le dejábamos crecer los colochos de la cara; un gatito rayado amarillo al que le pusimos Crucky porque en la cola tenía un quiebre probablemente de una fractura que le soldó mal; una zaguatita que nos adoptó metiéndose de precarista al jardín, Negrita, y creo que después de ella otra zaguatita llamada Canela. Las dos tuvieron sus tandas de zaguatitos que cuidamos y les conseguimos hogar, lo que ahora no entiendo es cómo nunca nadie las castró. También tuvimos los clásicos pollitos teñidos del mercado que no duraban mucho y al final una tanda de pollitos color normal que sí duraron y se hicieron gallinas, nadie tenía idea de qué hacer con tanta gallina en el patio y se las regalamos a mi nana. Después un conejo llamado Chachi que era feliz comiéndose el zacate del patio; Cuzy, la gatita de Valky que quedó a mi cargo temporalmente mientras ella volvía de NYC (todavía estaría esperando). Y nadie se puede olvidar de Alonso, el salchicha.