lunes, 2 de agosto de 2010

La triste realidad sobre mi gobierno

Hay pocas cosas más tristes que darse cuenta de que a tu gobierno no le importás un carajo (lo pongo en minúscula porque mi gobierno está lejos de merecerse la mayúscula).  Eso se lo dije a una compa un día de estos cuando se quejó de que se le metieron a robar la casa de la mamá, y me quedé pensando en el tema, sobre todo porque desde que vivo en Alajuela paso por el puente sobre el Río Virilla y me toca quejarme de la platina varias veces al mes, por dicha no es de todos los días como mucha gente que tiene el mal pulso de bretear y vivir en distintos extremos del puente. Yo en cambio sólo paso por ahí cuando voy a visitar a la familia y no siempre tomamos esa ruta.

Pero cuando sí paso por la platina me agarra un hueco en el corazón de acordarme de lo mismo: a mi gobierno no le importo un carajo. Y esa fue la misma sensación que tuve cuando volví de la playa por la famosa pista a Caldera. Ojo que fue solamente porque había caído un árbol que bloqueó por completo la carretera que pasa por el Monte del Aguacate y nos tuvimos que devolver desde San Mateo. Pero esa carretera recién abierta (de nuevo) después de que se le hicieran las correcciones necesarias es una oda a lo poco que le importo a mi gobierno. Caía un aguacero de esos del fin del mundo y se podían ver las cataratas que bajaban por lo taludes, no por los canales que se tenían que haber hecho con ese propósito si no por media pared lavando el material y soltando piedritas y piedritas que algún día van a dejar floja a otra piedrota que va a matar a alguien más, oootra vez. Me entretuve la mitad del camino buscando la casa del pobre señor al que dejaron sin forma de salir a su trabajo y sin servicios públicos, para no darme cuenta si me caía una piedrota que nos partiera la cabeza en mil, dejémonos de cosas: mejor me voy sin darme cuenta. Y sinceramente, me imaginé la bendita pista mucho más grande, no me pareció tan la gran cosa. Útil, sí (porque si no lo acepto Dorian me va a seguir neceando sobre los beneficios de usar esa pista en vez de pasar por el Aguacate que me marea y me hace sentir morir de nausea con tanta curva). Pero por más útil que sea la pistica esa no es adecuada ni es lo que nos merecemos ni es segura para nosotros y voy a seguir desconfiando de ella. Carajo.