jueves, 29 de julio de 2010

Group Therapy

Desde que me cambié a mi actual trabajo en febrero del 2007 me he dado cuenta de que conforme pasan los años hacer amigos no es igual de fácil. Será la dinámica del trabajo que es super diferente a lo que yo estaba acostumbrada en los books o será que ya no tengo 19 años, o que tal vez sobre-estimé mis antiguas amistades; pero en estos tres años y medio me he sentido desubicada por no poder hacer amigos con la misma facilidad de antes.

Compas se hacen en cualquier lado y en cualquier momento, tengo varios con los que he compartido solidariamente algún evento o situación momentánea, pero no sé si realmente pueda decir que alguno de ellos es mi amigo. Espero que sí, pero no lo puedo asegurar con certeza.

A mí me gusta pensar que puedo ser amiga de quien sea y cuando sea, ojalá para siempre (díganme ingeeeeenua). Cuando me acerco a alguien les juro que lo hago con sinceridad. Para mí la amabilidad es una cuestión de modales básicos, no se necesita ser amigo de nadie para regalarle una sonrisa u ofrecerle una mano de ayuda, la amabilidad no cuesta nada y me parece seriamente incivilizado no practicarla, insisto: con lo poco que cuesta y lo mucho que te devuelve.

Entonces, ser amable y tener modales es importante y es una cosa, pero ofrecer una amistad sincera es otra. Yo he aprendido a palos que no se puede confiar en cualquiera, por alguna razón la gente y sus mecanismos de defensa tienen la mala maña de llevarte entre las patas cuando cometen un error de juicio ellos mismos y necesitan salvar el pellejo. Me han echado al caldero suficientes veces como para saber ahora que es mejor medir la confianza que se da, ofrecer información y amistad en pequeñas dosis, eso si uno quiere que la amistad dure.

Puedo decir que he hecho una amiga que considero real -o al menos eso espero-. Pero se me fué del trabajo, parece mentira lo importante que es la cotidianidad para sentir ese lazo cercano con alguien. ¿O será precisamente esa cotidianidad la que nos hace creer que existe ese lazo? Mmmm... quién sabe.

Bueno, el asunto es que para mí la amistad es algo sincero o no existe. Me cansa esa mentalidad de todo sapo muere aplastado de la gente, como esperando que uno asuma la culpa cada vez que alguien traiciona su confianza o como si la traición fuera algo de esperarse.

Cosa más rara, esperar que la gente te haga daño. Yo aprendí a no exponerme pero me rehuso a dejar de creer en que la bondad es el estado natural de la gente. A final de cuentas nadie sabe por qué somos como somos, a veces ni nosotros mismos, pero existe una razón o una serie de razones para ser como somos, a mí me gusta ver más allá de las acciones o palabras de la gente y ver qué los mueve a hacer lo que hacen.

Nadie sabe de dónde venimos o por lo que hemos pasado a primera vista, nadie tiene la menor sospecha de lo que hemos aprendido o de la forma en que lo aprendimos. No hasta que les abrimos la puerta y dejamos que se enteren. La cosa es ¿a quién le abrimos la puerta?

No se equivoquen, tengo compañeros de trabajo, ex-trainees y conocidos con los que me llevo bien, tengo compas que aprecio un millón y que está invitados a mi boda, gente de buen corazón y que reconozco como personas con las que me gustaría tener la oportunidad de compartir más. También tengo algunas relaciones cordiales y otras más superficiales pero diplomáticas. Porque cuando uno trabaja para un team tan poco apreciado -pero necesitado- como el mío desarrolla habilidades diplomáticas para sobrevivir. Por desgracia también tengo contacto con personas molestas e incómodas, ese contacto no es decisión mía. Argh.

Un día de estos unas compañeras y yo nos sentamos a almorzar en una sala desocupada, claramente las salas de reuniones o de training son nuestro reino -o eso queremos creer nosotros-. No sé cómo empezó la conversación, pero sí les puedo decir que pasamos por todas las etapas de la vida: infancia, adolescencia, adultez, vida profesional y de pareja. Cuando me di cuenta habíamos pasado varias horas compratiendo las tragedias y logros de cada una. Lo curioso es ver que todas luchamos con algo pero estamos en diferentes etapas de la lucha, con orgullo les agrego que yo ya gané mi batalla, colgué mis armas y vivo en paz.

Será que las mujeres compartimos todas esas cosas esperando que el decirlo en voz alta nos ayude de alguna forma, al rato le quita poder o cuando nos oímos a nosotras mismas explicarlo esas palabras adquieren otro sentido y por lo tanto el problema se ve diferente. No sé, ni necesito saber qué será lo que cambia, sólo necesito saber que cambia.  Nos sentamos a escuchar y hablar y de repente nos damos cuenta de que 1. no estamos loquitas (al menos no todas) y 2. no estamos solas. Mi vida es diferente a la de todas las demás, pero lo que he pasado y lo que he aprendido a lo mejor le sirve a alguien más, muchas veces le sirve más a los demás que a mí misma, pero incluso ese propósito es bueno, que sirva para algo tanto drama pasado. Que alguien se sienta consolado al darse cuenta de que alguien más logró salir de ese hueco hace que valga la pena haber pasado por tanto enredo.

No soy malagradecida con la vida, ahora lo aprecio. La verdad es que siempre hay alguien a quien le ha ido peor que a uno, alguien que todavía está metido en un hueco y no ve la luz, alguien que necesita que le echen una manita o que alguien le tenga un poquito de fe para seguir adelante porque si hay una verdad es que no podemos solos con todo. Mi vida ha sido dura, prueba tras prueba, pero todas superadas, nada por lo que haya pasado me puede tocar ahora.

Pruebas, cuando las cosas van mal todos nos dicen que es una prueba, pero yo quiero saber ¿Quién se entretiene tanto poniéndonos a prueba? ¿Qué diantres es lo que tenemos que probar y a quién? Qué concepto más raro ese, ya hasta lo usamos en automático y ni pensamos en si realmente es una prueba o nada más una huevonada en la que nos metimos solitos por jupones o una injusticia causada por las malas decisiones de alguien más. Pero bueh, mis pruebas han sido superadas todas. Pasé más de diez años sacándole los demonios a mis experiencias y mis batallas, encontrándole el sentido y la lección en todo lo que me ha pasado y lo que he hecho. Entonces estoy lista para las batallas que vienen y las mecionadas pruebas que me encuentre en el camino.

Esas horas con mis compañeras de trabajo fueron bastante productivas, todas salimos sintiéndonos mejor y más acompañadas en tanta batalla. No es que no tengamos a alguien que nos acompañe en la lucha, casi todas tenemos algún tipo de pareja y por lo que saco de ese día son parejas bastante decentes, pero las mujeres tenemos un lazo y una forma de entendernos que hay que estar ahí para conocer.

m.

No hay comentarios:

Publicar un comentario